miércoles, 15 de abril de 2009

En el ocaso


Cuando mi alma repose ya,

en las aguas quietas de un tumultuoso río,

que al fín se ha vuelto un remanso.

Y en cuyas mágicas aguas me envuelvan en un canto de sueños,

que por prohibidos arden ahora incandescentes.

Mis agrietados pies, doloridos de tanto caminar...

y estos huesos tan gastados se encuentran,

que hacen temblar y crujir mi cuerpo,

como reseco árbol que yace tumbado,

olvidado por el verde frescor de la juventud,

sin color ni fragancia,

el dolor y la agonía se hacen presentes.


Lo más tierno y puro de mis sueños,

humildes, frágiles y gentiles...

permanece inmóvil y adormecido.

A pesar del rayo y la tormenta que arrastraron lo inevitable,

ya no existe el dolor.

Es entonces cuando desplegaré las alas de mi espíritu,

para recorrer aquellas calles de mi pueblo,

y encontrarte esperándome,

en la ultima de todas ellas...

sábado, 4 de abril de 2009

Rosa de los vientos...


Dicen los nómadas,
hombres de mucho caminar,
que aveces,
la rosa de los vientos,
como una veleta,
en la brújula del destino,
gira sin parar...
Sin rumbo y por capricho,
de los mares al desierto.
La ciudad a lo lejos se diluye.
Entre el polvo,
el ruido de la gente
y otras cosas que se olvidan.
Se mueve por que si,
cuando soplan los vientos del desierto,
que feroces arrastran la sal,
levantando y empujando,
como remolinos de mil sabuesos.
Hurgando,
Lamiendo en las montañas

buscando... ,


y encontrando,


dentro de los sueños,

los anhelos de aquellos hombres,

se disuelven y reintegran en el aire...
para luego,

ir en picada hacia el mar.


Un desierto,


y el viento en la montaña,


moldean y dan forma,

al insólito destello,
flotando entre las olas,
clavado en el corazón de la que surge,

desde lo profundo,

ligera y serena,

erguida y silenciosa...


como la esfinge,

la mujer de arena.